2016

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Cartel del I Trail Valle de Samuño celebrado en Langreo (Asturias)

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Somos gente inquieta, así que era cuestión de tiempo que quisiéramos probar cómo sería estar al otro lado. Ya desde muy pronto hubo conversaciones al respecto, pero como fieles seguidores de Quevedo no queremos enrollarnos y vamos a hacerlo breve (y esperamos que, por tanto, dos veces bueno).

A principios de este año, bajo el auspicio del Ayuntamiento de Langreo, se decidió comenzar con los trámites para organizar una carrera de montaña dentro del concejo. La zona que consideramos más idónea fue el Valle de Samuño, ya viejo conocido en nuestros entrenamientos. Los motivos eran varios: se trata de la zona más verde del concejo (de hecho está incluida en el Paisaje Protegido de las Cuencas Mineras), siendo además la más agreste (el techo del municipio está en esta zona) y cuenta con el aliciente de tener un rico patrimonio industrial convenientemente recuperado y visitable en el formato de Ecomuseo. De esta manera podíamos tener una carrera interesante desde el punto de vista deportivo, paisajístico e incluir un punto cultural y diferenciador.

Castillete del Pozo San Luis, en el Ecomuseo Minero Valle de Samuño

La búsqueda del recorrido no fue sencilla. Se buscaba un recorrido representativo de Asturias: ríos, bosques y montañas. A grandes rasgos la idea era subir al Cogollu y mantenerse en la línea de cumbres hasta bajar hacia el valle para entrar por el Socavón Emilia y aparecer en la plaza del Pozo San Luis (Ecomuseo Valle de Samuño) donde se situaría la meta. Para ello fue necesario contar con el beneplácito del Ayuntamiento, propietario del Ecomuseo, y de Tragsa, empresa encargada de su gestión. Una vez logrado, varios miembros del grupo, entre los que se encontraba gente de la zona, trabajaron duro para conseguir un recorrido que apenas pisase asfalto, hormigón o pistas y que tuviera un toque montañero con alguna subida de las de manos a las rodillas. En otras palabras: sacarle todo el partido posible a la zona para lograr un recorrido de longitud intermedia y lo más duro posible sin ser rebuscado. Simplemente lo que nos gusta encontrar en las carreras a las que vamos.

Con el recorrido ya bastante refinado nos pusimos manos a la obra con otras tareas mucho más prosaicas pero igual de importantes para que la carrera pudiera celebrarse: tramitación de permisos, diseño gráfico, desarrollo de la web, búsqueda de patrocinadores y colaboradores y otras muchas tareas que sería aburrido detallar pero que resultaron imprescindibles. Pese a ser un trabajo duro y que no estuvo exento de cierta tensión, fue bonito ver cómo para cada tarea siempre aparecía alguien que hacía/tenía o conocía a alguien que hacía/tenía para resolver el problema.

Así, antes de lo que nos hubiera gustado, llegó agosto y casi se nos cae el alma a los pies cuando vimos el estado del recorrido (y todo lo que estaba aún pendiente, sobre todo aquellas tareas que por motivos logísticos se tuvieron que demorar): completamente cubierto de todas las clases de maleza que uno se pueda imaginar. Pero, una vez más, había alguien que sabía desbrozar y no sólo disponía de las herramientas necesarias sino también de una gran motivación para ello.

La última semana fue bastante intensa. Suena a tópico pero es cierto: no te puedes imaginar la cantidad de trabajo que implica organizar una carrera hasta que te pones a ello. Además, el estrés generado por las ganas de hacerlo lo mejor posible hizo difícil conciliar el sueño muchas noches a varios miembros del grupo, que aprovecharon los desvelos para adelantar faena…

Corredores/as en el inicio de la prueba por las instalaciones del Ecomuseo Minero Valle de Samuño

Y, por fin, llegó el gran día. Antes de amanecer, a eso de las 6 de la mañana, cada responsable comenzaba la revisión de su tramo y a partir de las 7 la plaza del Pozo San Luis recibía el día con un inusual ajetreo: organizadores, voluntarios, corredores…

A las 9 de la mañana los nervios llegaron a su punto álgido cuando, tras el sonido de una jaula de mina comenzaron los acordes de Highway Star de Deep Purple que serviría de salida a la prueba. Los corredores se lanzaron a por el recorrido que comenzaba con una dura cuesta de asfalto para estirar el grupo.

Ya desde el primer momento Martín Álvarez Espinar se postuló como un serio candidato a la victoria final intentando obtener una ventaja en la Ruta de los Molinos, pero el resto de rivales no le dejaron escapar. La subida al Cogollu, techo de la prueba, se hizo a buen ritmo, siendo Martín el primero en pasar por el pico y llevándose de esta manera el premio correspondiente.

La sucesión de picos llevó a los corredores a la (permitidnos la licencia) ya legendaria subida de El Repechón, una dura rampa para alcanzar el Picu Les Cruces donde muchos optaron por utilizar incluso las manos para ayudarse. El recorrido se mantiene por la línea de cumbres para alcanzar el Mayáu Miguel, donde existía un avituallamiento a continuación del cual comenzaba la primera bajada importante del día.

En el tramo posterior, antes de la ascensión al último pico del día el cántabro José María Valdés Gallo tomó el liderato pasando destacado por la capilla pero su ventaja no fue suficiente y, nuevamente, Martín le superaría para no volver a abandonar la primera posición.

En la espectacular bajada de La Jaula, bautizada así en homenaje al entorno minero en que se celebra la prueba, los corredores tomaron importantes riesgos, llegando a la boca del Socavón Emilia con las posiciones ya muy definidas. Tras el kilómetro de galería y los casi 200 escalones para volver a la superficie, un exultante Martín atravesaba la plaza del Pozo San Luis para detener el crono en unas espectaculares 2h y 18' que estamos seguros serán difíciles de batir.

Por su parte José María Valdés Gallo terminaría cediendo un minuto y diez segundos, cosechando una gran actuación. La tercera plaza sería para Eduardo Collado García, a seis minutos y medio del ganador.

La carrera de chicas comenzó con un duro duelo entre Sonia Amat Valero y Ana Cristina Aguado Mori, que pasaría primera por el Cogollu ganando el premio a la primera mujer en alcanzar la cumbre. Posteriormente Sonia se colocaría de lider y con un fuerte ritmo iría abriendo hueco hasta la meta, donde aventajó a Ana Cristina por unos catorce minutos.

Parte de los voluntarios que han ayudado a hacer grande esta carrera

Poco a poco fueron llegando el resto de participantes, protagonizando escenas de todo tipo: padres con sus hijos, algunos con sus perros, y, cada vez, más extenuados. También destacar las llegadas de amigos del grupo y, como no, de integrantes, ex-integrantes y allegados... Como organización nos supuso una alegría que todos los corredores consiguiesen superar el corte de entrada al túnel que venía impuesto por los horarios del Ecomuseo.

Con la llegada del último corredor y los escobas se dio por finalizada la prueba y se procedió a la ceremonia de entrega de premios bajo el castillete del Pozo San Luis, contando con unos auténticos cascos de minero para el atrezzo.

Ya sólo faltaba dar cuenta de la abundante espicha y recoger todo aquello para dar por concluido el I Trail Valle de Samuño - Clínica Nalón Dental que nos deja un gran sabor de boca y que esperamos repetir el próximo año. Y, cómo no, imposible terminar sin dar las gracias a los corredores, que dáis sentido a todo esto, a los voluntarios, cuya labor nunca podríamos pagar y a los patrocinadores y colaboradores, sin los cuales este proyecto no hubiese podido convertirse en realidad. ¡Ah! Y al Nuberu por esperar hasta el martes para venir a visitarnos.